Qué ver en ROMA

La capital del gran imperio, donde los césares determinaban el destino de Europa.

Vamos a recorrer sus calles y regresar a esos lugares que recuerdan aquel pasado de soberbio poder.

Sin dejar de ver otros de sus rincones más famosos y que nunca deben faltar en la guía del que llega a esta maravillosa ciudad, heredera de un milenario legado.

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DIEZ LUGARES QUE VER EN ROMA

Difícil tarea esta de seleccionar tan solo diez lugares, Roma tiene cientos de cosas que ver.

Esta será nuestra recomendación: cuatro sitios históricos, cuatro lugares con un poderoso encanto y dos dedicados a la cuna espiritual del cristianismo católico, el Vaticano: que independientemente de tu credo, son visita obligada si vas a Roma.

Comencemos.

 

Coliseo

Sin lugar a dudas es la imagen más emblemática de Roma y nos atreveríamos a decir que, junto a la famosa Torre de Pisa o los canales venecianos, de toda Italia.

Y lo lleva siendo desde hace casi dos milenios, habiendo sido construido en el siglo primero de nuestra era.

Su nombre original es el de Anphitheatrum Flavium, dedicado a la familia de los Flavios que fue quienes lo mandaron elevar. Vespasiano fue quien comenzó los trabajos, en torno al año 70 d.C., y decidiendo además sepultar parte de la Villa Áurea del denostado Nerón.

Ya desde su nacimiento fue un lugar referencia. Unas 12mil personas podían reunirse en sus gradas para disfrutar de los espectáculos gratuitos; de gladiadores, luchas contra bestias, recreaciones bélicas e incluso obras de teatro. También fue escenario de ejecuciones públicas.

Un dato sorprendente es que podía llenarse de agua y representar batallas navales. Quizá fuese uno de los motivos para su ubicación el poder realizar estas naumaquias, ya que se edificó sobre la laguna artificial que Nerón se hizo construir en su Villa Áurea.

El mayor de todos los anfiteatros romanos, digno de la capital del mundo antiguo. Su inauguración se alargó a 100 días de espectáculos. Incluso hasta el el siglo VI, ya caído el Imperio Occidental, el Coliseo siguió activo.

Sufrió los irremediables daños del paso del tiempo, además de que en un tiempo se emplearon sus piedras para otras construcciones. Aunque, como dato curioso, lo que evitó sus total desaparición fue su uso como santuario cristiano.

Hoy se encuentra totalmente protegido, como el lógico. Ha perdido parte de su exterior, el suelo de la arena que permite ver las galerías inferiores y el velario, la carpa que se empleaba como techo móvil para evitar el sol en las gradas durante los espectáculos.

Desde las 8:30 se puede acceder a la visita, habiéndolas guiadas. Obviamente es de pago para adultos. Además del recorrido por su formidable estructura, también te llevará al museo dedicado a Eros, Dios del Amor, que se encuentra en su interior.

Como mínimo tienes que verlo desde fuera, porque estar en Roma y ni acercarte al Coliseo es digno de que te ajusticien en él.

 

Foro Romano

Otro de los lugares que debes conocer es este, sí o sí. Estás en Roma y gran parte del encanto de esta capital europea es que lo fue del poderoso Imperio que sometió Europa. Y el foro era su centro.

El ágora griega fue el modelo para el foro romano, que exportó el concepto durante su apogeo, conformando nuestras plazas mayores. Un lugar de reunión social, donde se desarrollaba la vida pública. Desde el mercado a los procesos judiciales. Templos se alzaban en él, así como otros edificios de gran importancia. Lleno de vida, la misma Roma latía al ritmo de su foro.

Desde sus orígenes más humildes fue ampliado y mejorado, además de que nuevos elementos se irían elevando.

Los restos del foro aún conservan algunos de estos elementos. No todos en el mejor estado de conservación, pero gracias a los cuales se ha podido realizar una reconstrucción de cómo era en su mejor momento.

El templo de Cástor y Pólux, del que no se conserva demasiado, es uno de los más antiguos; siendo originario de los primeros días de la ciudad.

El pequeño templo de Rómulo, dedicado probablemente a Valerio Rómulo. El de Saturno, del que por desgracia solo nos restan las columnas, como el de Vesta del que aún podremos ver un poco más.

Del arco de Tito y el de Septimio Severo, en cambio, se conservan mejores restos y podrás contemplarlos en el foro.

Esta visita es recomendable realizarla con guía, para poder comprender mejor el sitio arqueológico. O como mínimo tener alguna referencia de la disposición de sus antiguas estructuras. Resta decir que evites dañar en cualquier modo el lugar.

Cabe destacar que este no es el único foro que Roma poseía, aunque sí el más importante. Otras zonas de la urbe tenían sus propios centros de reunión. La Ciudad Eterna llegó a ser enorme y precisó de espacios para el desarrollo social de sus gentes.

El Foro Boario, mucho más pequeño, conserva varios de sus edificios y presenta un aspecto hermoso. No dudes en acercarte y pasear por él.

 

Panteón de Agripa

Continuando con la visita arqueológica de Roma, es indispensable acercarse al majestuoso Panteón. Su nombre hace referencia a su uso, un templo dedicado a todas las deidades.

En su poderosa entrada, en el alto pórtico puede leerse en latín: Marco Agripa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez, lo hizo. Y durante mucho tiempo se creyó que fue quien se encontraba detrás del gran Panteón. Pero lo cierto es que fue el hispano emperador Adriano quien mandó elevarlo. Ciertamente, sobre las ruinas de un templo previo de Agripa. Con el cual, según los restos encontrados, no tenía demasiadas similitudes. Ni siquiera la entrada era por el mismo lado.

Adriano fue un emperador conocido por su humildad, así como quien detuvo el constante y sangriento avance romano sobre el mundo. Convencido de que la política expansionista dejada debilitada la defensa de las, cada vez, mayores fronteras. Por lo que dedicó su estrategia bélica a prepararlas para solidificar la posición de Roma.

El Panteón recibió algunas restauraciones con el tiempo, necesarias con el paso de lo siglos sobre semejante estructura. Fue su donación al culto cristiano, que lo convertiría en basílica, lo que salvó a este templo pagano de la destrucción.

Y no solo eso, aseguró que alcanzase nuestros días en un gran estado de conservación. De este modo no ha perdido ni un poco del poder espiritual que buscaba, con una cúpula que muestra la maestría de los constructores romanos, sobre una sala abierta y luminosa. Luz que accede a su hermoso interior a través de un agujero central en mitad de la cúpula. Hay expertos que afirman que este hueco fue diseñado para que el mismo templo actuase como reloj solar.

El Panteón ha visto pasar más de 2000 años, ha transportado la fe y el asombro, ha sufrido y ha sido cuidado con esmero.

Cuando llegues a Roma ten claro que este ha de ser el primer lugar a visitar. Y de no poder acudir a más de uno, ni lo dudes.

 

Circo máximo

Próximo al Coliseo, nos detenemos en un último sitio histórico que remarcaremos es el que fue el mayor circo de la antigua Roma. 621 m de longitud, 118 m de anchura y capacidad para más de 300.000 espectadores. Una auténtica obra dedicada al espectáculo.

Las carreras de aurigas eran el principal deporte para los romanos, tanto es así que la rivalidad entre sus equipos llegó en varias ocasiones a provocar multitudinarias peleas. Era un deporte violento, en el que sus competidores se jugaban la vida. La emoción en cada carrera se hace evidente. Pero también es cierto que la fama y fortuna que acumularon los mayores aurigas fue enorme.

En especial Gaius Appuleius Diocles, de origen lusitano. Del que se calcula llegó a ganar tanto como para poder alimentar de grano a todo el Imperio Romano. Al cambio actual, habría obtenido durante su carrera unos 15mil millones de dólares, según el profesor Peter Struck de la Universidad de Pensilvania.

Aquel circo que vio las victorias de este y otros grandes aurigas, fue mandado edificar durante la monarquía romana, bajo el mandato del rey Lucio Tarquino Prisco. Con mejoras a lo largo de su historia. Y fue el modelo para todos los demás que sería levantados en el resto de las conquistas romanas.

Hasta 12 carros podían competir a la vez, que realizaban sus vueltas en torno a las soberbias tallas de los dioses, así como de un gran obelisco egipcio erigido por César Augusto.

Por desgracia poco se conserva del antiguo circo. La pista y algunos restos. Aunque gracias a que se ha mantenido como parque de la ciudad, uno puede darse cuenta de la magnificencia del lugar.

Pasear por donde hace 2000 años los carros luchaban entre sí, aclamados por miles de espectadores enfervorizados, es lo que podemos hoy ante el terrible castigo que el tiempo decidió sobre este colosal monumento deportivo.

Aunque con un ejercicio de imaginación podemos alzar de nuevo las tallas y los muros, escuchar los gritos y rodearnos de la furia en pos de la victoria.

Tal vez esto sea decepcionante para aquel que acude esperando encontrarse con los restos de las estructuras perfectamente conservados. Una opción es siempre tener a disposición imágenes de cómo fue en sus tiempos y situarlas ante nosotros para hacernos una idea.

Una buena manera de tener una idea de cómo era el Circo Maximo, así como el resto de la Roma Imperial, es visitar el Museo della Civiltá Romana. En él se exponen reproducciones de material de época, así como una espectacular maqueta de la ciudad en aquellos tiempos, en donde el circo se muestra en toda su gloria y podrás compararlo con el resto de edificaciones que lo rodeaban.

 

Trastevere

Nos movemos ahora por uno de los barrios con más encanto de la capital italiana. Su nombre hace referencia a su ubicación, pues proviene de tras el tiber, al encontrarse en la orilla oeste del Tiber, al sur del Vaticano.

Como ya mencionamos antes, este barrio es conocido por su reclamo de ocio en forma de pubs, cafeterías y restaurantes, establecidos en sus serpenteantes callejas de aspecto medieval. Pero Trastevere alberga mucho más.

Cercado por las murallas aurelianas, que se alzaron en el pasado para defender la capital latina de las invasiones bárbaras, podrás contemplar dos de sus puertas en magnífico estado. La Porta Settimiana y la Porta de San Pancracio, que ya no se encuentra como parte de la muralla y en la que hoy, muy cambiada, se encuentra el Museo de la República Romana y de la Memoria Garibaldina; un homenaje a la república italiana de mediados del siglo XIX.

La Villa Farnesia es otra maravilla que no debes dejar de lado. La belleza, tanto de su exterior como de la delicadeza renacentista de su interior, son dignas de ser admiradas por siglos.

El Palacio Corsini también debe figurar en tu ruta si quieres disfrutar del arte italiano. Museo que alberga obras de Caravaggio, Carlevarijs, Van Dick o Rubens. Sin olvidar sus atrayentes jardines, que componen el Jardín Botánico de Roma y en los que perderse es todo un placer.

Un lugar no tan visitado pero que también poseedor de una belleza sublime, es la Basílica de Santa María. Su humilde, aunque elegante exterior, esconde un interior que te sorprenderá.

Y aún nos faltaría espacio para seguir citando otros puntos que podrás encontrar en este barrio tan célebre. Resta decir que en la colina del Janículo, enclavada en el Trastevere, sus edificios fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Como ves, este barrio ofrece de todo, merece la pena acudir a Roma solo por visitar el Trastevere.

 

Plaza Navona

Volvemos a la ribera oriental del Tiber, a pocas calles del Panteón, para visitar uno de los sitios más conocidos de Roma y uno de esos lugares que llevan el pulso de su vida.

Fue diseñada sobre lo que fue el Stadium erigido por Domiciano en el año 85 d.C., incluso conserva su línea. El nombre de Navona también provendría de aquí, a partir del término que con que se conocían a los eventos en este circo realizados, los agones o juegos.

El nacimiento de este espacio urbano se produjo de manera natural. En la edad media comenzaron a construirse edificios entre las ruinas del antiguo circo, originalmente orientadas hacia las calles exteriores que lo rodeaban; pero posteriormente comenzaron a aprovechar el patio que formó antiguamente su arena.

De este modo, a finales del s. XV, se había convertido en una plaza y en ella comenzaron a erigirse bellas construcciones financiadas por los papas.

Es por todo esto que la plaza presenta una forma alargada, siguiendo la misma forma que el antiguo estadio y sus pistas; incluida la cabeza en curva de uno de sus lados.

Tres hermosas fuentes llenan con el sonido de sus aguas el amplio espacio. La Fontana del Moro, obra de della Porta y posteriormente de Bernini; uno a finales del s. XVI y otro a mediados del XVII. También obra de della Porta tenemos la Fontana del Nettuno, dedicada al Dios de los Mares. Fue retocada también por Bernini.

Por último se encuentra la más destacada de todas, la Fontana dei Quattro Fiumi o Fuente de los Cuatro Ríos; de la mano de Gian Lorenzo Bernini. En ella se alza uno de los obeliscos ya mencionados que se hayan en Roma, el de Domiciano. La obra está dedicada a los que se consideraban los grandes ríos del mundo, en aquella época; el Ganges, el Nilo, el Danuvio y el Río de la Plata. Hablamos del siglo XVI, cabe destacar.

Las tallas que la componen y el diseño atrapan la vista; llena como está de detalles. Rodeada de palacios, la plaza se deja pasear y admirar.

Dos importantes iglesias romanas también se sitúan en la Piazza Navona. La de Santa Inés en Agonía, dedicada a una santa a la que milagrosamente le creció el cabello cubriendo su cuerpo cuando durante el martirio la despojaron de sus ropa. Y la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que fue obra española y se conoció en el pasado como Iglesia de Santiago de los Españoles.

Y así Roma sigue sumando más y más lugares destacados, llenos de historia y belleza.

 

Plaza de España

Dirigiéndonos hacia el noreste llegamos a la Piazza di Spagna, conocida así por encontrarse ante la Embajada Española ante la Santa Sede, ubicada esta en el Palacio de España y que constituye la embajada en activo más antigua del mundo. Desde el años 1647 lleva en activo.

La imagen más famosa de la Plaza de España es la escalinata que conduce hasta la iglesia de la Trinità dei Monti. Aunque también la bella Fontana della Barcaccia, obra de otro de los Bernini, Pietro padre de Gian Lorenzo.

En lo alto, además del blanco templo, encontrarás el Obelisco Salustiano. Aunque fue tallado en Egipto, en tiempos romanos; se cree que el tallado de las inscripciones jeroglíficas que lo cubren se realizó en la propia Roma. De hecho, el encargado de dicha tarea cometió varias equivocaciones.

Otro pilar llamará tu atención, esta vez en frente la misma embajada española. Hablamos de la Columna de la Inmaculada. De 11,81 metros de altura y con una estatua en bronce de la Virgen María en su cúspide.

La columna es de origen romano y fue reciclada con su nuevo propósito. La estatua fue creación de Giuseppe Obici y el conjunto encargo del rey de las Dos Sicilias Fernando II.

Además de la propia plaza y su entorno, desde ella tenemos paso a disfrutar de toda la zona barroca de la ciudad.

Y así se nos presta aproximarnos a la Villa Medici, más al norte, con hermosos jardines que pueden visitarse mediante entrada. O Sant’Andrea delle Fratte, impresionante basílica más al sur que guarda un interior tan lleno de luz como sobrio es su exterior.

Si nos dirigimos hacia el este desde ella, cruzando la bella Fontana del Tritone, llegaremos a Santa Maria della Concezione. Hay que advertir que este no es un lugar al que deban acudir aquellos con sensibilidades demasiado a flor de piel.

Y es que su humilde exterior guarda un macabro interior. Los monjes capuchinos realizaron una curiosa y, para muchos, horrible decoración a base de huesos humanos. No es broma. Esqueletos completos, paredes recubiertas con calaveras, realizando tétricos juegos geométricos o evidentes referencias a la propia muerte. Para muchos una locura, para otros una profunda demostración de espiritualidad y para otros arte, extraño, pero arte.

Pero continuemos paseando, dejando este misterioso lugar.

 

Fontana di Trevi

Porque muy próxima se encuentra este famoso monumento, uno de los iconos de la ciudad, popularizado por la famosa película de Fellini, La Dolce Vita.

La primera fuente que se encontraba aquí, era simplemente el acceso público al acueducto Aqua Virgo. Era costumbre rematar los acueductos de este modo.

Aquella fuente original, era un tanto simple y esto motivó al papado, regente de la Roma medieval, a procurar una mejora de la misma. Esta fue pasando de mano en mano, con algunos proyectos que no llegaron a despegar. Como el del famoso Bernini. Aunque cuyas ideas sí que fueron empleadas.

Su forma final fue primero obra de Nicola Salvi y, dado que falleció antes de concluirla, de Giovanni Pannini. Será el año 1762 el que de por finalizada su creación. Ha sido restaurada varias veces, la última en 2015.

Fue y es, una de las fuentes más hermosas que se pueden contemplar. Por sus tallas, por su ligereza y sobretodo por el marco que la custodia; el Palacio Poli. De dicho palacio se convirtió en una extensión de su propia fachada, otorgando una majestuosidad única.

Está dedicada a distintos motivos marinos. Se muestran dos hipocampos, uno furioso e indomable y otro calmado y manso; como representaciones del mar tormentoso y del mar tranquilo. Ambos son guiados por dos tritones y tiran del carruaje, hecho de conchas, del dios Neptuno.

Es tradición arrojar monedas a esta fuente. Se dice que quien tira una moneda, regresará a Roma. Y también que tirando tres por encima del hombro izquierdo, se atrae la buena fortuna.

Esta costumbre se realiza más de lo que puedes creer, llegando a recaudarse una auténtica barbaridad gracias a estos “donativos”. Los cuales se han empleado para crear un supermercado para los habitantes más empobrecidos de la ciudad.

Y tras disfrutar de la belleza de esta fontana inigualable, ponemos rumbo al país más pequeño del mundo; el Vaticano.

 

Basílica de San Pedro

En el pasado, los papas llegaron a dominar un amplio territorio en la Toscana y el Spoleto, llamado el Patrimonio de San Pedro o Estados Pontificios. Regalo de Carlomagno al papado tras la victoria sobre los lombardos, quienes gobernaban Italia por entonces; y que el papa le nombrase sacro emperador.

Pero desde entonces los sucesivos papas fueron perdiendo dichas tierras, hasta solo reinar en la Roma medieval y las comarcas limítrofes.

Dominio que perdieron al fin, cuando la ciudad pasó a formar parte del Reino de Italia y posteriormente de la República Italiana. Salvo una de sus famosas colinas, la Vaticana, que mantuvo su independencia por encontrarse en ella el más sagrado de los templos de la cristiandad católica en Europa.

Es este el mayor en importancia y tamaño. En importancia por ser la principal sede del papado y encontrarse sobre la tumba del apóstol San Pedro. En tamaño por sus 193 m de longitud, 44,5 m de altura, sobre una superficie de 2,3 hectáreas. Esto solo en espacio interior.

El exterior alcanza los 218 m de largo, los 136 m de altura y ocupa una superficie de 23mil m cuadrados.

La primera basílica fue ordenada construir por Constantino I el Grande, emperador que logró reunificar el Imperio tras su división en occidental y oriental, así como gran artífice del auge cristiano. En el año 330 se remataron las obras y se abrieron las puertas del templo.

A lo largo de la historia ha sufrido numerosas remodelaciones y embellecimientos. Entre los que se cuentan los famosos frescos de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel.

Las cientos de tallas, sus espacios, suelos y formas; toda ella ha sido construida y mejorada en pos de la mayor glorificación. El centro espiritual de la cristiandad católica.

Llena de rincones colmados de belleza, detalles allí donde la vista desee posarse que obligan a admirar el impresionante trabajo dedicado a esta colosal obra religiosa. Y no es necesario ser creyente para contemplar y admirar la basílica y todo cuanto la conforma.

Hasta el más acérrimo ateo, se queda boquiabierto ante el despliegue realizado aquí.

 

Museos Vaticano

Y no debes abandonar el Vaticano sin acercarte a sus museos. Aunque la misma basílica de San Pedro ya guarde y muestre una cantidad abrumadora de arte.

El Papa Julio II, a principios del s. XV, comenzó una colección que dio origen a una tradición que otros papas continuaron. Siendo mecenas, además de coleccionistas muchos de ellos, la cantidad de tesoros que fueron acumulando sobrepasan cualquier estimación que el visitante llegue a hacerse.

Y no solo hablamos de cuadros o tallas, también la Biblioteca Vaticana debe ser destacada. Una de las mayores y mejores del mundo. Con unos 75mil manuscritos y más de un millón de ejemplares, entre los cuales se encuentran más de 8mil incunables.

Citar todas las galerías y todas las maravillas que en ellas encontrarás nos llevaría un buen tiempo. Tallas de época romana como el Heracles con Télefo, que es a su vez una copia de una talla griega del s. IV a.C.; pinturas como el Descendimiento de la cruz de Caravaggio, La Escuela de Atenas de Rafael Sanzio o San Jerónimo de Leonardo da Vinci.

Frescos, restos arqueológicos de indudable valor artístico e incluso la misma arquitectura que cobija todo.

Los Museos Vaticanos son un territorio donde dejar que la vista divague perdida entre las pasiones de tantos y tantos artistas a través de los siglos, que bien puedes pasarte días yendo a impregnarte de todas sus genialidades.

Ahora bien; tanto a la basílica de San Pedro como a los museos, uno debe acudir siguiendo cierto protocolo. Algo evidente teniendo en cuenta que se está accediendo a una zona sagrada para un culto religioso.

No se pueden emplear gorras o minifaldas, en general la vestimenta debe ser correcta dentro de las normas decorosas católicas. Obviamente, tampoco se puede consumir alcohol, fumar o comer en los museos. Recuerda que no puedes usar el flash de tu cámara para realizar fotografías, pues se dañarían las obras. Y una norma adicional es que está prohibida la filmación o toma de fotografías de la Capilla Sixtina.

No es algo a tomarse a broma, los servicios de guardias obligan a borrar las imágenes al momento. Y bueno, otras tantas normas acordes a los lugares a visitar. Siendo la mayoría para ayudar a conservarlas y que puedan seguir siendo admiradas durante los siglos venideros.

Para terminar añadir que, aunque la visita al Vaticano es bastante barata, si se acude el último domingo de mes, será gratuita.

 

Y CUANTO QUEDA POR VER…

De esto te darás cuenta nada más comenzar a caminar por Roma.

Estos diez lugares son básicos para una visita. Para decir, “Estuve en Roma y vi lo principal”. Pero seguramente mientras ibas de una ubicación a otra, se cruzaron por tus ojos palacios en mitad de la urbe, parques que te pedían ser paseados, fuentes y tallas que clamaban una foto.

Está tan llena de lugares… la Bocca della Veritas, ese rostro pétreo que muerde la mano del mentiroso; la hermosísima basílica de San Lorenzo; los restos de las termas, como las de Caracalla; o las misteriosas Catacumbas de Calixto, con sus criptas subterráneas.

Su sobrenombre de Ciudad Eterna es totalmente acertado, porque parece que jamás termina de mostrarse, que siempre encontrarás algo nuevo para contemplar.

No extraña entonces que sea uno de los destinos favoritos en el mundo y que, sin lugar a dudas, lo continúe siendo por siempre.

 

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