Qué ver en LONDRES

Londres es una ciudad inmensa, llena de lugares que descubrir. Desde pequeños rincones que solo los nativos conocen, a destinos concretos de gran relevancia en su campo.

Nos sería imposible hablar de todo lo que esta gran capital nos ofrece. Monumentos, museos, teatros, mercados, parques, …Así que vamos a concretar y darte un pequeño paseo por su zona más vieja, Westminster; que es además donde se encuentran los sitios más conocidos.

Incluso centrándonos en Westminster, vamos solo a explorar los más importantes emplazamientos.

Todos ocuparían muchas páginas, te lo aseguramos.

Ahí va nuestra selección.

Síguenos:
  • Instagram 2
  • Facebook 2

 

(Puedes reservar cualquier tipo de actividad & excursión para disfrutar al máximo de Londres desde aquí)

 

DIEZ LUGARES QUE NO TE PUEDES PERDER

 

Tower Bridge

Al Támesis se le puede considerar el padre de Londres. Junto a él nació y gracias a él prosperó. Y el Tower Bridge, el Puente de la Torre, es quizá el más icónico de sus puentes.

El nombre no se lo dan sus dos torres, sino hacia la que conduce, la famosa Torre de Londres de la que hablaremos en otro punto más adelante. Edificado con estilo victoriano neogótico y combinando las características de colgante y basculante; fue calificado como “grotesco y aberrante en la época”. Lo que nos demuestra que ya por entonces había “haters”.

Su creador, el arquitecto Horace Jones, no pudo verlo rematado. Desgraciadamente falleció seis años antes de su inauguración, que fue el 30 de Junio de 1894; siendo ocho los que llevó levantarlo. Esta maravilla de la ingeniería de su tiempo, se dio por la necesidad de un nuevo puente que cruzase el río, pero que no cortase el tránsito náutico. Así, Jones, planteó un sistema con dos levas entre los 61 metros que hay de torre a torre, con un peso de más de 1000 toneladas. Mediante contrapesos minimizaron el coste energético para alzarlas.

El mecanismo hidráulico que se implantó, empleaba agua a presión acumulada y bombeada mediante motores de vapor. En la actualidad el sistema es el mismo, salvo que los motores de vapor han sido cambiados por motores eléctricos y se ha substituido el agua por aceite.

Se ha convertido en uno de los emblemas londinenses y son muchas las visitas que recibe, pudiendo realizarse un recorrido por su interior, en el que se muestra el antiguo y actual sistema del puente, se trata su historia y ofrecen datos.

Y una vez paseado sobre el famoso puente, llegamos a la torre que le da nombre y a donde conduce.

 

Tower of London

Estamos a la rivera norte del Támesis, nos encontramos en Westminster, la antigua Ealdwic o Ciudad Vieja; surgida de la población sajona y donde se estableció la corte de Eduardo el Confesor. A su muerte, reclamó el trono Harold II; el cual debió vencer al rey vikingo de Noruega para lograr reinar. Aunque durándole poco el título, que le arrebató Guillermo el Conquistador, Duque de Normandía.Termina así la dinastía Godwinsson y comienza la de la Casa de Normandía; descendientes del famoso y salvaje caudillo vikingo Rollo.

Desde su llegada al trono inglés, Guillermo se vio obligado a lidiar con las revueltas. En su afán por demostrar su dominio, además de para facilitarlo, mandó construir un gran número de fortalezas en el reino. Y es este el origen de la Torre de Londres, levantada en el 1078. Como símbolo del nuevo poder imperante, sirvió como base para los nobles normandos y sus fuerzas. Aunque sobre el 1100 ya se empleaba también como prisión.

Es en realidad un castillo, que fue remodelado y ampliado varias veces. Se trata de varios edificios, además del principal que le da nombre, con sus murallas y foso. Los años de uso como prisión en la que encerrar y torturar a los enemigos de la corona, supusieron que creciese su fama oscura.

Actualmente se trata de una visita obligada. Convertido en museo, podemos contemplar en su interior una amplia colección de joyas reales de incalculable valor. Una magnífica reconstrucción del palacio real que fue, así como de sus temidas celdas. Celdas en las que varios personajes famosos de la historia vieron pasar sus días; como Ana Bolena o Tomás Moro.

En su patio viven numerosos cuervos. La leyenda dice que el día que en la Torre de Londres no haya ninguno, el Reino de Inglaterra se derrumbará. Es por ello que existe desde hace siglos el cargo de Ravenmaster o Maestro de los Cuervos; encargado de cuidarlo y evitar que se vayan.

Pero tras la interesante visita, nosotros sí nos vamos, continuando con este paseo a través de Westminster, la Vieja Ciudad.

 

Trafalgar Square

Hay numerosos edificios singulares, emblemáticos y notables en la historia londinense; pero nos vamos a detener en una plaza. En concreto en la plaza en la que se encuentra el centro mismo de la ciudad.

El nombre original era el de Plaza de Guillermo IV, rey británico de mediados del siglo XIX. Pero fue cambiado por el de Trafalgar en conmemoración de la decisiva victoria de la armada británica contra la francesa y española en la batalla en frente al cabo de Trafalgar; al sur de España. La plaza solo está rodeada por calles en tres de sus lados, siendo el tercero la escalinata que conduce a la National Gallery, la principal galería de arte de Londres. Soberbio edificio de obligada visita, por la cantidad y calidad de sus obras. La entrada es gratuita, salvo con algunas exposiciones temporales.

En este urbano espacio abierto encontrarás la Columna de Nelson, alto pilar sobre el que se alza la estatua en honor del gran almirante británico, vencedor en la batalla de Trafalgar. El conjunto alcanza los 50 metros de altura.

La iglesia de St Martins in the Fields, original de 1721 pero reformada en la actualidad, se encuentra junto a la misma plaza. Inspirada en los templos romanos y con una alta torre que surge desde su cabecera. De estilo neoclásico, muy criticada en su momento por su diseño, pero que posteriormente fue copiado por otras. Y enfrente de esta iglesia la estatua de George Washington. Efigie ecuestre regalada por el estado de Virginia a Inglaterra. Ahí está, aunque sorprenda.

Pero si hay algo más curioso que esto, es el llamado Cuarto Plinto. Que básicamente es el sitio donde tendría que haberse situado una estatua, pero que jamás fue puesta. Se trataba de la estatua de Guillermo IV, para la que no se lograron los fondos suficientes. Y dado que no se llegó a acuerdo ninguno sobre a quién dedicarle el honor de situarle allí una efigie, acabó vacío el puesto.

Aún a día de hoy sigue habiendo campañas para que sea dedicada a distintos personajes. Pero desde el 99 se emplea como punto donde exponer obras de arte temporalmente. Tanto con permiso como sin él.

El paseo por Trafalgar Square es obligado si se está visitando Londres. Es su mismo corazón.

 

Piccadilly Circus

Para muchos resulta curioso su nombre. Se trata de una intersección de calles, siendo una de ellas Piccadilly Street. Y el término proviene de los piccadills, esas enormes y redondas piezas que se ponían en sus cuellos en el medievo tardío; y que un sastre de la zona hacía de gran calidad. Dicho sastre se enriqueció y construyó una mansión que se comenzó a llamar popularmente Piccadilly Hall. Con el tiempo la calle pasó a ser llamada así.

Se ecuentra muy próxima a Trafalgar Square y su importancia radica en la gran oferta de ocio que ofrece.

Conocida por sus grandes carteles publicitarios de neon que llenan con su luz las noches, y por sus pubs, locales nocturnos y tiendas, restaurantes, teatros… No sorprende que sea una de las zonas escogidas tanto por londinenses como turistas para salir de marcha. Además de conectar con el Soho, barrio también conocido por su oferta de ocio. Picadilly es, ante todo, un lugar de encuentro.

Llama la atención la Estatua del Ángel de la Caridad, más conocida popularmente como la Estatua de Eros. Primera realizada en aluminio y que causó gran expectación en su momento por mostrar un cuerpo desnudo. La belleza del conjunto fue rápidamente aceptada y aplaudida. Retirada de su posición central en el pasado, hoy se encuentra en la zona suroeste.

Dinámico y lleno de vida. Eso es Picadilly Circus.

 

El Palacio de Westminster

Volviendo junto al río Támesis llegamos al que quizá es el edificio más conocido de la capital británica. Palacio que fue residencia de monarcas medievales, pero que se convirtió en lo que actualmente sigue siendo, el Parlamento Inglés. Ejemplo claro del neogótico británico, monumental y poderoso. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Junto a él se alza la torre del reloj que comúnmente es llamada el Big Ben, aunque en realidad ese es el nombre de la campana que se aloja en su interior.

La sobria belleza que transmite el conjunto, aderezada por las aguas del río padre de la ciudad, logran un efecto de calma serena, como dominada por completo. Aumentando dicha belleza por las noches, gracias a la iluminación que se le ha añadido.

Miles de visitantes se acercan a contemplar tanto el palacio como la torre. Así como buscar poder acceder al interior. Esto resulta más complicado, sobretodo mientras las cámaras parlamentarias están reunidas. Las famosas Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Pero en verano, cuando ambas cesan su actividad, hay un pequeño periodo de tiempo en que es más factible lograr una reserva y disfrutar una visita guiada.

El palacio tiene una larguísima historia, llena de curiosidades. Por mencionar, recordaremos el famoso intento de atentado de Guy Fawkes; que inspiraría la obra V de Vendetta del gran genio Alan Moore y de donde proviene la máscara de su protagonista.

Durante casi un milenio, el Palacio de Westminster ha sido la sede del poder inglés. Y ni a día de hoy ha perdido ni un ápice de la fuerza que transmite. Su silueta representa Inglaterra y el famoso Big Ben es, sin duda, la primera imagen que le viene a cualquiera cuando piensa en Londres. Así que no es de extrañar que este sea uno de los puntos de interés más importantes para aquel que por vez primera llega a la capital británica.

Resta decir que está claro que si no has visto el Palacio de Westminster y su torre del reloj; es que no has estado en Londres.

 

Abadía de Westminster

No tendrás que moverte demasiado para llegar a la famosa abadía londinense. Situada justo tras el Palacio de Westminster.

También llamada Iglesia Colegiata de San Pedro de Westminster. Iglesia gótica anglicana, reformada durante siglos desde sus inicios románicos. Y en la actualidad, otro de los edificios londinenses Patrimonio de la Humanidad. Monumental y hermosa.

Según cuenta la leyenda, un pescador del Támesis tuvo una visión de San Pedro y, motivado por ella, le construyó un pequeño santuario. Esta historia no ha podido ser refutada.

Lo que sí se sabe es que la primera iglesia se edificó por un rey que había incumplido un voto cristiano, la promesa de una peregrinación. Hablamos del fundamental Eduardo el Confesor; gran rey para unos, un pelele para otros. Lo cierto es que se trata de uno de los últimos monarcas anglosajones de Inglaterra; tras su muerte el normando Guillermo el Conquistador reclamará el trono. Aconsejado por el Papa, Eduardo patrocinó a los monjes benedictinos que la edificaron. Casi un siglo después este rey pasará a ser santificado.

El templo, desde sus inicios, ya tuvo una vital importancia. Pero será a partir de Guillermo el Conquistador que se comience la tradición de la coronación real en ella. Primero de los reyes de Inglaterra y posteriormente de los reyes británicos. Tras diversas reformas legales, la abadía pasó a ser propiedad de la Corona Británica. Hecho que la salvó de ser demolida.

Las bodas reales en la abadía no son tan comunes, aunque fue el lugar escogido por el príncipe Guillermo de Gales y Catherine Middleton para realizar su ceremonia nupcial el 29 de Abril del 2011.

En cambio se ha convertido en reposo final de numerosas personalidades. Principalmente reyes, que tienen sus solemnes sepulturas allí. Aunque también de individuos de la talla de Isaac Newton, el explorador David Livingstone o el Almirante Edward Vernon; que fuera vencido por el español Blas de Lezo durante la heróica defensa de Cartagena de Indias.

Aunque la abadía es del tamaño de una catedral, no lleva dicho término debido a que pertenece a las Royal Peculiars, templos cristianos no presididos por un obispo, sino parte del patrimonio monárquico. Además, justo enfrente se alza la Catedral de Westminster, que es la principal sede del catolicismo en Inglaterra. Otra edificación digna de ser contemplada.

Y es que es difícil nombrar lugares que visitar en esta inmensa ciudad entre tantos como hay. Pero sin duda, la Abadía de Westminster es uno de los primeros a tener en cuenta.

 

Buckingham Palace

Muy cerca del Parlamento y la Abadía, se encuentra la residencia oficial de la reina en Londres. Donde acude la gente para contemplar el famoso cambio de guardia.

Fue en sus orígenes una residencia menor, un edificio de tres plantas, junto a dos adyacentes. Propiedad del Duque de Buckingham. Pasando a manos de la Casa Real tras la venta al rey Jorge III. Con Jorge IV adoptará su actual estructura y corte neoclásico. Gastando una fortuna tan grande, que generó tensiones entre la corona y el parlamento.

Curiosamente, a punto estuvo de convertirse en la sede del parlamento, cuando el Palacio de Westminster quedó prácticamente destruido durante el incendio que sufrió en 1834. No será hasta la llegada al trono de la famosa reina Victoria, la que dio nombre a la edad victoriana, que Buckingham se convierta en residencia real.

Durante la II Guerra Mundial el palacio fue bombardeado varias veces, ya que los nazis querían demolerlo para dañar la moral británica. Cosa que no lograron, aunque sí dañarlo severamente. Incluso a punto estuvieron de acabar con el rey y la reina en una ocasión.

Reconstruidas las zonas afectadas, llega a nuestros días este monumental conjunto, que sigue gozando de ese poderío que le otorga ser la corte de los reyes británicos. Además del mencionado cambio de guarda, el poder acceder a visitas al interior es algo que no se debe dejar escapar.

Contemplar la suntuosidad de sus salas, repletas de los más exquisitos detalles. Buena parte de la Royal Collection, la fabulosa colección real de arte y su biblioteca, se guarda en Buckingham.

Buckingham tiene también su lado tenebroso, pues son conocidas las historias de los fantasmas que se afirma lo habitan. Los trabajadores cuentan que en las navidades, un oscuro monje ronda los pasillos, arrastrando cadenas. También se dice que el espíritu de Eduardo VII, hijo de la reina Victoria y primer rey de la Casa de Windsor, se aparece en el palacio; pues fue en él donde falleció.

Tras ir a saludar a la reina, ya puedes continuar con tu visita a la gran ciudad.

 

London Eye

Pero no se puede uno ir de Westminster sin haber subido al London Eye, también llamado la Millenium Wheel, la Noria del Milenio. Hablamos de la tercera noria más grande del mundo, aunque fue la primera cuando la inauguraron en el año 2000.

Esta inmensa construcción, principalmente de acero carbonado, eleva en sus cabinas a los visitantes hasta los 135 metros. Más del doble de la altura del Tower Bridge y 39 metros más que la cercana torre del reloj del Palacio de Westminster, el conocido como Big Ben. Desde una de sus 32 amplias cabinas, se puede contemplar una vista espectacular de Londres. Además, dichas cabinas fueron diseñadas de modo que se evitase el balanceo propio de las norias, logrando así una experiencia más agradable.

El precio de la entrada varía desde las 23,45 libras, que son poco más de 26,50 euros, por compra anticipada; hasta las 26 libras, casi 30 euros, de la compra en taquilla. Existe también la opción de comprar la entrada prioritaria para evitar colas, pero el precio alcanza las 32,45 libras, más de 36,50 euros. Ciertamente el coste es elevado. Incluye el acceso al 4D Experience, un pequeño corto en 3 dimensiones sobre la ciudad.

La noria no se detiene, pero su movimiento pausado permite disfrutar de las impresionantes vistas que pueden alcanzar los 40 km.

Ten en cuenta el clima de ese día. Porque está claro que los nubarrones de las lluvias acortarán la distancia visual, pero también si hay un sol demasiado fuerte podrías perder detalle.

Las panorámicas únicas de la ciudad que se logran desde su cima son de verdad inolvidables.

 

Hyde Park

Nuestros pasos ahora se encaminan a un maravilloso vergel en mitad de Londres, uno de nueve Parques Reales. Esto es, zonas de recreo para la monarquía británica que empleaban principalmente para cazar. Son espacios públicos, porque la corona británica los cede a la ciudadanía. Y es así que podrás disfrutar de un remanso de paz como pocos. Con un tamaño de 140 hectáreas, a las que se suman las 110 de Kensington Gardens; parque adyacente.

El lago Serpentine lo divide en dos. Era un pequeño río, que formaba lagos de pocas dimensiones, pero se ordenó construir una represa y así conformar un espacio acuático mayor.

Lleva siendo público desde hace varios siglos y fue donde se desarrolló la Gran Exposición de 1851; que sería la primera Exposición Universal, 38 años antes de la que se realizaría en París y quedaría para la historia recordada por la Torre Eiffel. Para esta primera Expo, se edificó el Palacio de Cristal; que da nombre a uno de los equipos de fútbol de la ciudad. El edificio, una grandiosa obra de ingeniería de su tiempo, fue trasladado a otra parte de Londres. Por desgracia acabaría destruido por un incendio tiempo después.

El parque, además de ser un lugar escogido por los londinenses para escapar de la vida urbana; también es el hogar de un gran número de aves. Anidando tanto en los árboles, como habitando su lago. Las ardillas son curiosas y las verás a menudo.

Destacaremos tres lugares en Hyde Park.

El primero es el Memorial de Diana de Gales, en donde aún siguen yendo gentes a rendirle homenaje.

El segundo son los Kensington Gardens, que aún pegados a Hyde Park, no son parte directa del parque. Visítalos antes de la noche, porque al contrario que el parque, cierran temprano.

Por último la famosa Speaker´s Corner, el Rincón del Orador. Y eso es lo que es, una zona del parque en la que un orador tiene toda la libertad para realizar su discurso.

Quizá te sorprenda, pero así es. Existe un Speaker´s Corner en otros parques, siendo este el más famoso.

Personalidades como George Orwell, autor de Rebelión en la Granja o 1984, lo frecuentaba. Así como los socialistas Karl Marx o Vladimir Lenin, que también estuvieron por allí.

Hyde Park es un lugar de reunión, pero suavizado por el rumor del viento en los árboles y la calma que ofrece.

 

Camdem Town

Podríamos seguir recorriendo Westminster, porque aún nos quedarían varios lugares que visitar allí. Pero vamos a aprovechar esta última recomendación para hablar de otro barrio, uno que te mostrará otra cara de Londres.

Entre Camden y Westminster tenemos otro de los Parques Reales de Londres, Regent´s Park. Lugar magnífico para pasear y donde encontraremos el London Zoo. El Regent´s Canal, un plácido canal de agua que cruza el norte de Camden y atraviesa el zoo se ofrece para ser navegado por rutas turísticas. Pero quien va a Camden lo hace atraído por su cultura alternativa y sus mercadillos callejeros. Sorprendentes, extravagantes y siempre llenos de vida.

Las fachadas que verás nada más llegar, ya te indican que te encuentras en un lugar donde la originalidad y el puro instinto artístico priman. Es una zona alegre que atrae a un gran número de visitantes.

Camden ofrece buenas cafeterías y pubs, así como restaurantes. Es un barrio diferente, se respira diferente y atrae a gentes muy diferentes.

Los precios, más bajos que en otras partes de Londres, así como la amplia gama de productos y su originalidad; convierten a los mercadillos de Camden en un lugar idóneo para nutrirse de souvenirs y regalos. Y no solo en los mercadillos, también en sus llamativas tiendas.

El espíritu de Camden permanece como en un estado de perpetua juventud, frente a un Westminster más adulto y solemne. Y es quizá ese su mayor encanto y lo que le da la facilidad de atraer a aquellos que llegan a Londres.

 

Y MIL SITIOS MÁS

Cuánto queda por ver en esta ciudad.

Portobello y sus mercadillos de antigüedades; los famosísimos Grandes Almacenes Harrods; el Obelisco de Cleopatra; el Imperial War Musseum y el Science Musseum; o The Old Curiosity Shop, la tienda de antigüedades que inspiró una obra de Dickens y que sigue en activo, con su aspecto tradicional.

Tanto que ver, tanto que experimentar, que disfrutar. Londres es una ciudad llena de vida.

Ya no solo la que fue creciendo como centro de la política inglesa y británica; pues con la llegada de diferentes inmigrantes de todo el mundo, ha ido creciendo con sus influencias. De ahí que sea la cuna o la lanzadera de movimientos como el punk, el ska, el reagge, el indie y sus mezclas alternativas. Fusiones internacionales, pero también el carácter propio previo que verás contrastado por donde vayas.

Eso es Londres. Una ciudad antigua, pero nueva. Un lugar en que todos los tiempos parecen mezclarse.

Y si logras conectar con ella, no te quepa duda que no te resistirás a volver.

Síguenos:
  • Instagram 2
  • Facebook 2

Autor entrada:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *